Светлый фон

Mientras tanto, recibo clases de piano, flauta y solfeo todas las mañanas. Por las tardes, mi madre me pone a practicar (hay un piano de media cola en el apartamento) y más tarde me lleva a una clase de danza un día, y al otro, a una de gimnasia. Así fuimos a Downtown la primera vez, porque allí se dan las clases de danza más innovadoras, como las de técnica de contact y release. Pero, como en una de estas clases era principalmente cosa de revolcamos todos por el suelo y tocarnos por todas partes (y aunque los bailarines te dirán que no hay nada sexual en todo eso, que sirve solamente para «hacer correr las energías», algo tiene de sexual, no creas que no), mami resultó escandalizada. Llegó a usar la palabra «degenerado» al referirse al profesor, y ahora la usa al referirse a los habitantes de la isla que viven al sur de la Calle 34.

No me gusta el barrio donde vivimos, el Upper East Side, que, abstracción hecha del paisaje de edificios, podría ser la Cañada, en cuanto al clima mental. Claro que no deja de ser Nueva York, pero la acción ocurre en otra parte. Te lo repito, ven a verme si puedes. Hay sitio en el apartamento, si quieres quedarte con nosotros, así que si no tienes dinero para el pasaje, intenta conseguirlo. Yo creo que vale la pena el esfuerzo.

2

2

Diciembre de 1995

Diciembre de 1995

¡Feliz Año Nuevo!

Hace casi tres meses que te escribí, y todavía no tengo noticias tuyas. Ojalá tuviera un número de fax a donde mandarte ésta, pero qué le vamos a hacer.

Aquí mi vida sigue sufriendo transformaciones. En primer lugar, el escándalo de mi padre ha alcanzado proporciones gigantescas. En noviembre, mi tío, el hermano de mi madre, nos envió algunos periódicos locales, así que supongo que ya te habrás enterado. Y espero que tu silencio no se deba a que estás demasiado horrorizada por el hecho de que tu mejor amiga de la infancia resultara ser la hija de un secuestrador.

Mi madre está desecha. La comprendo, incluso la compadezco, pero aun así me cuesta muchísimo simpatizar verdaderamente con ella. Mi padre será lo que quieran, pero para mí fue un padre ejemplar, al contrario de mi madre, que siempre me pareció que disfrutaba haciéndome la vida imposible.

No puedo creer que mi padre sea culpable de todas las atrocidades de que le acusan. Y en cualquier caso, le creo cuando me dice que todo lo hizo por mi madre y por mí. En lo más profundo, lo he perdonado. No así mi madre. Ahora que lo han extraditado, dice que no quiere saber nada más acerca de él. Que si antes de casase le hubieran dicho que pasaría veinte años en compañía de un asesino, se habría suicidado, que todavía no está demasiado vieja para rehacer su vida, etcétera, etcétera. En todo caso, está bastante bien instalada en este edificio de apartamentos (plagado de familias centroamericanas, casi todas judías, por si te interesa saberlo), que mi padre dejó a su nombre, y con una cuenta bancaria que le permitirá vivir el resto de sus días sin trabajar.