Светлый фон

De vez en cuando tengo la extraña sensación de que acabo de llegar, o más bien, de que acabo de nacer, y siento unas enormes ansias de crecer y ver más el mundo. Aquí el tiempo pasa volando y yo aprendo algo nuevo cada día y cada día descubro que tengo muchísimas cosas más que aprender. Y, sabes, lo único que me entristece un poco, es no tener una amiga como tú, alguien a quien conozco desde siempre, para poder compartir todo esto y, por así decirlo, mirar hacia atrás.

Me pregunto qué haces tú en Guatemala. ¿Vas a la universidad? ¿Trabajas? ¿A quiénes ves? Y sobre todo, ¿cuánto habrás cambiado? Porque habrás cambiado, sin duda — ésta es la edad de los grandes cambios. Apenas me acuerdo de cómo era yo misma hace un año, cuando me fui. Supongo que te resultará difícil creerlo, pero a pesar de la tragedia que me ha tocado vivir, no cambiaría por nada del mundo mi estilo de vida actual. No es que quiera ser arrogante, o que me sienta demasiado satisfecha de mí misma, pero si tú supieras lo que es sentirse tan libre… Desde luego que no me he emancipado completamente. Dependo de Jeff para muchas cosas, me siento un poco como una concubina, y eso no está bien. Pero estoy buscando un empleo para ayudarlo económicamente, y luego pienso continuar mi educación — aunque no estoy segura de qué quiero estudiar.

Ya es el verano, ni estación favorita, a pesar del calor que todo lo derrite y que te roba energías, pero que tiene la virtud de dejar prácticamente vacía la ciudad. La poca gente que se queda es la más joven y alegre, y vive fuera, en las calles y en los parques. Los olores son más intensos, y la ciudad adquiere un aspecto casi tropical.

Insisto en que deberías venir a pasar aquí aunque sea unos días, para experimentar un poco de todo esto. Te mando mis nuevas señas. Como ves, sigo siendo fiel a nuestra amistad, y no pierdo las esperanzas de que reanudemos el contacto.

5

5

Noviembre de 1996

Noviembre de 1996

Gracias por la postal. De modo que fuiste a París y no te las arreglaste para hacerme ni siquiera una visita de lechero. No creas que considero la postal como respuesta. Más bien la sentí como una especie de provocación, después de mis larguísimas cartas y tu silencio. No importa. Como sabes, nunca me hice ilusiones acerca de lo que significa la amistad.

Me alegra saber que te divertiste en París, aunque te diré que mi idea de diversión no es una noche de copas en el Moulin Rouge. Y celebro que tuvieras, como dices, tiempo para «una aventura exótica». (Mi traducción de eso sería un revolcón con un argelino, o algo por el estilo.) Lo que me parece un poco cómico es que le dieras tanta importancia a algo así, como para sentirte impelida a romper tu silencio y escribirme. Y eso me hace preguntarme cómo sera — cómo seguirá siendo — la vida sexual en Guatemala para una mujer joven y guapa como tú. Cuando pienso en eso, casi le agradezco a mi padre el sambenito del secuestro, que me expulsó de allá. No creas que esto es un jardín de rosas, pero aun con mis problemas (detesto el trabajo que acabo de conseguir, creo que Jeff tiene una amante) la simple idea de no estar allá me hace feliz. «¡Me he escapado, me he escapado!» — ése es mi estado de ánimo predominante cuando pienso en Guatemala.